jueves, 7 de mayo de 2009

El boleto (IX)

.
.
A las siete y media de la mañana Benigno se dirigía con somnolienta jovialidad hacia el instituto. Iba a impartir una clase que pasaría a los anales de la historia, pensaba henchido por la satisfacción. Los alumnos quedarían turulatos ante tal demostración de docencia.
Detuvo sus pasos en un quiosco y adquirió un ejemplar del Diario de Cádiz. Por el camino le fue echando un vistazo despreocupadamente hasta que una fotografía en blanco y negro llamó su atención. Era la voz contundente. El director. Sobre la imagen un titular en negritas afirmaba: No existen las campanas de cristal.
Cuando llegó al centro, subido en la banqueta del patio, otro profesor distinto al director había iniciado ya los buenos días y Benigno decidió sin más obviarlos y dirigirse directamente a la Sala de Profesores. Esa misma idea debieron tener otros pues la Sala se hallaba bastante animada.
Un grupo de unos seis o siete se arremolinaba frente a un transistor que confirmaba la victoria de Barack Obama en las presidenciales de los Estados Unidos.
-Estaba cantado -aseguró con firmeza uno.
-Aún no está escrutado el cien por cien de los votos, y estas cosas, ya se sabe, acordaos de Bush... -se mostró prudente una voz.
--¡Es un día histórico! -estableció con definitiva euforia aquel.
Benigno se había sentado silenciosamente en su esquina de la gran mesa y se disponía a esperar con tranquilidad el chirrido del timbre mientras reflexionaba intrigado acerca de las campanas de cristal.
Entonces la voz prudente le espetó de improviso:
-¿Tú eres de Mc Cain?
-...eh, esto... no, bueno, no sé...
-¿No sabes? -prosiguió el prudente, ahora con un tono algo exaltado- ¿Cómo que no sabes? Hay que saber, hay que ser de uno, o ser de otro, ser del Barsa, o del Madrid, ser de Obama, o de Mc Cain, hombre, no se puede estar en tierra de nadie... ¡hay que mojarse, coño!...
Los demás, que se habían ido acercando , hacían ahora corro alrededor de Benigno, y asentían y jaleaban las palabras del prudente exaltado y esperaban, con gran alteración, que Benigno se decantase por fin.
-...ya, pero es que yo... esto, no he seguido mucho la campaña y...
El chirrido del timbre sonó a gong de salvación para Benigno, que se levantó como impulsado por un resorte y, haciendo un educado gesto de disculpa, se liberó de la camarilla opresora y se perdió raudo en los laberínticos pasillos.
-Tierra de nadie -se dijo.
Reinaba el murmullo adormilado de los inicios de jornada escolar y Benigno, en una esquina, se dio un respiro.
Aquella maldita secta era más enrevesada de lo que jamás podría haber imaginado. Campanas de cristal, misas, nódulos, buenos días , elecciones americanas. Alumnos.
-¡¡Alumnos!!
La clase magistral se había aturullado y vuelto un revoltijo en la mente de Benigno a causa de la disyuntiva yanqui.
-Señor Parra, buenos días, veo que se interesa usted por nuestro Director...
Era el Jefe de Estudios, sonriendo con su malicia acostumbrada, y señalando con la mirada la fotografía del Diario.
-...bueno, es que el tema de las campanas...
-¿Sí?...
-No, que está muy bien, es muy interesante...
-Señor Parra, ¿qué sabe usted de las campanas?
-...pues, la verdad, ni idea, nada de nada, yo...
-Vaya a clase, señor Parra -concluyó el Jefe de Estudios, señalándole con el dedo índice la dirección a seguir.
Y hacia el aula se encaminó Benigno, pleno de turbación y desconcierto, con su lección magistral hecha un ovillo en su intelecto.
.
.

No hay comentarios: