sábado, 24 de mayo de 2014

'Carlota'


Suenan  dos golpes en la puerta atrancada y sin tiempo para reaccionar ni recomponerse Benito oye un crujido y la ve abrirse y  pegar un topetazo contra la pared. Una ráfaga cálida, enérgica e inesperada  irrumpe en la salita.  Es Carlota, su vecina de abajo.  Viste una camiseta y unos shorts de color caqui y unas estruendosas botas negras del ejército.
 -… ¿qué ha pasado con la puerta? –su voz es  joven, brillante, con un deje alegremente gaditano- …pero Benito… madre mía… ¿tú te has visto el careto?...
La exuberante cabellera pelirroja, el cuerpo desgarbado,  lo  contradictorio del rostro de nariz afilada, labios gruesos, amplia frente, ojos saltones e inquietos, toda ella, en fin, desprende una belleza diferenciada, no  detectable quizás a la primera, no al alcance de cualquier percepción. Esa clase de  atractivo que va más allá de lo que tienes delante de tus ojos. Y los ojos aún humedecidos de Benito,  versado en tales encantos,  recorren la piel lechosa de  las delgadas piernas de Carlota y se centran en la derecha. En la  huesuda rodilla sobresale una tirita cubriendo un corte aún enrojecido y  por el muslo y la espinilla se dibujan  diversos arañazos.

 - … ¿tú te has visto la rodilla?...