Un señor

estaba en la esquina de la barra de un bar. Solo, y tomando. Llevaba así un buen tiempo. La gente entraba, se reunía en grupos, charlaba, discutía, vociferaba, salía, mientras él, permanecía allí, en su esquina. Otra copa, señorita. En cierto momento, el hombre abandonó su esquina, se dirigió en zigzag a una de las mesas del local, y pudo hablar así:
-Oiga, vengo observándole hace un rato, ¿cómo es que no bebe usted?
-Amigo, soy un producto de su imaginación. Comenzó a verme en el segundo trago de la tercera copa. Así que, ya que me imaginó, encima no venga a darme la lata, y déjeme ver las noticias en paz.
7 comentarios:
Me gustó el cuento.
Siempre encantado con tu presencia en la nave, Alejandro.
Saludos
nosotros mismos nos jugamos malas pasadas.. jeje
Tenemos que tenernos cuidado, Alba
que genio tiene esa visión! mamma mía!
besitos.
Sí, no le gustó nada ser imaginado jaja
Besos
me encanta el relatito, joselito....
josé carlos
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