Caen gotas esporádicas sobre Madrid cuando llegamos a Atocha. Por un momento se me antoja —todo lo que nos rodea— también esporádico, azaroso, incierto. Es un día extraño. Bochornoso, encapotado y gris. Parece amenazar, no sé, cualquier cosa. Extreme las precauciones. Demasiado tiempo sin viajar. Y tantas y aceleradas ganas. La escapada ha comenzado y los acontecimientos se pueden precipitar de un momento a otro —reímos—, y nos precipitamos al Metro.
Uso de mascarilla obligatorio.
Continuar en CaoCultura