sábado, 16 de mayo de 2009

El boleto (XI)

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Faltaba poco para ancochecer cuando don Nemesio Parra llegó a La Bodega. El local estaba cerrado, pero se vislumbraba algo de luz en su interior. Empujó la puerta y pasó dentro. En la penumbra se atisbaban las tres mesas de madera pequeñas, con sus taburetes para dos personas, y las otras tres largas, con banquetas que podían acoger a otras seis con comodidad. Del techo, de vigas de madera pintadas de negro, pendían distanciados entre sí dos tubos de neón, apagados ahora. En las paredes se distinguían fotos antiguas de A Pobra do Caramiñal y un cartel que anunciaba el próximo partido de fútbol entre el Pobra FC y el Nebra, en el Campo da Alta. En el centro, sobre un tronco de madera, una pizarra anunciaba en trazos de tiza las raciones del día: pulpo a feira, gulas al ajillo, lurita con gulas del norte, chipirones de la ría...
Todo estaba en tinieblas excepto el fondo, y don Nemesio se dirigió hacia allí, hacia la barra, también de madera. Sobre ella, de un aparato adosado al techo, colgaban gran cantidad de copas, y detrás una coqueta bodega con una buena muestra de Ribeiros, Albariños o Riveras del Duero.
La luz provenía de la cocina, que estaba a la izquierda, a la vista, donde Valentina limpiaba pescados dirtraídamente.
-¿Ya llegaste? -dijo al oír a su padre servirse un vino.
-Ya. ¿Y la mama?
-Arriba en casa. ¿Qué hiciste
-Nada, lo de siempre.
-¿Compraste el boleto?
-Claro.
Don Nemesio agarró el vaso y se sentó en una banqueta, abriendo ante sí La Voz de Galicia.
-El BNG salva los Presupuestos de Zapatero a cambio de 125 millones más para Galicia -leyó en voz alta.
-¿Qué? -grito Valentina.
-No, nada, que seguimos jodidos. ¿Sabes?, estuve en La Antigua. Ya andan preparando las mortajas.
Valentina, secándose las manos, se acercó hasta don Nemesio y se sentó junto a él.
-Y tú, ¿por qué no sales tú en la procesión? -dijo, sin disimular el tono de reproche.
-¿Yo? -don Nemesio miró a su hija con ojos fatigados, brillantes de alcohol- ...¡y una mierda para los curas!
-Bien te haría falta limpiar tus pecados.
-¿Y tú me lo dices? ¿Pues no eras tú la atea, jodida?
-Agnóstica, papa, agnóstica. Y además, eso no tiene nada que ver. Lo que hay que ser es honrado, joder. Y yo no voy de putas. Ni me lo paso bebiendo vino.
-Faltaría. ¿Ya estamos a vueltas?
-¿Y a qué vamos a estar? Nos comen las deudas, ¿no lo ves? La mama está cansada, y yo también. Esto se va a la mierda.
-¿Sí?, pues sálvalo tú con tus jodidas cartas de bruja...
-¿Te las echo?
-Bah.
-Venga, papa, sólo será un momento...
El sonido de la puerta al abrirse los hizo callar. Doña Candela apareció entre las tinieblas, meneando su orondo cuerpo por causa de cu cojera congénita. Traía una bolsa con verduras que puso sobre la barra. Después miró a don Nemesio.
-Trae acá el boleto -dijo, alargando una mano.
Don Nemesio se buscó en los bolsillos de su chaqueta y por fin sacó el número de la once.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

me liado un poco