—¿Qué gigantes? —dijo N.
—Aquellos que allí ves —respondí—, los de los muchos ojos y
la gran altura. Y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración, que yo
voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
—Mira Jose —respondió N.—, que aquellos que allí se aparecen
no son gigantes, sino rascacielos, y lo que en ellos juzgas ojos no son sino
pisos y ventanas.
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