Recién levantado, frente a una taza de humo,
reflexiono. Va a ser un día duro, como una carrera de obstáculos.
Tomo el café, reposado, sin prisas.
La casa convertida en un frío y caótico almacén de
embalajes, bolsas y maletas. Una puta palabra, me digo, frente al espejo,
mientras ejecuto muecas y burlas.
—Eres un payaso. Un puto payaso.
Sentado en la única silla viva de lo que ha sido hasta el
día de hoy mi hogar, me dispongo a esperar.
—Lo voy a machacar. A ese cabrón. La suerte va a estar
de mi lado.
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Ilustración de Manuel Martín Morgado |
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