domingo, 9 de agosto de 2009

Cachorro

En casa de los Blanco nunca habían creído en la providencia. Nada de hados ni destinos programados. Todo lo que os deparaba la vida era en función del esfuerzo, del trabajo, de la energía con que cada uno se enfrentara a sus quehaceres.
Los Blanco son tu familia, y tú vives con ellos en las afueras de la ciudad. Aquella mañana te pasaste como otras veces por la casa de ella, en el centro. Querías saludarla, recordarle cuánto la querías. Besarla. Ella te recibió con un gran abrazo, y con los besos esperados. Después os acercasteis a la parte vieja, a tomar unos pinchos con los amigos. Allí estaban Tontxu, y Raquel, y Mikel. Las bromas y las risas os fueron envolviendo felizmente. Tú dijiste que invitabas a la siguiente ronda, y ella te besó de nuevo, orgullosa de ti y contenta de la vida, radiante en la mañana de domingo, que continuasteis como otras veces, visitando nuevos locales, invitándoos a nuevas rondas.
Fue en el tiempo de los cafés cuando tu móvil sonó. La primera vez miraste a ver quién llamaba, y dejaste sonar la melodía de la novena sin responder. Entonces ella te sonrió desde su sorbo caliente, y te apretó la mano bajo la mesa. Tú también bebiste de tu café, pero tu mano no fue recíproca con su gesto. Ni sonreíste cuando el teléfono volvió a sonar y, esta vez sí, respondiste a la llamada, sintiendo cómo su mano se desgajaba violenta de la tuya. La viste mirar con nubes en los ojos al infinito, cuando contestabas que sí, que en cinco minutos estabais allí. Y viste una mirada perdida y húmeda cuando guardabas el móvil en el bolsillo trasero de tu vaquero.
Mikel se levantó junto a ti y os despedisteis con frialdad. No hubo besos ni sonrisas ahora, y tú sentías su mirada clavada en ti mientras caminabais hacia el coche. Definitivamente aquello era algo que os convertía en dos seres antagónicos. Habíais hablado muchas veces de ello, las mismas que habíais dejado de hablar después. Lo mismo te sucedía con tu familia, aunque eso te importara menos.
Del maletero del auto sacasteis una mochila y os perdisteis raudos por las calles de la parte vieja. Cuando llegasteis al Boulevard erais unos diez. Fuisteis creciendo hasta un número de quince jóvenes que ocultaban sus facciones tras unos pañuelos.
El grupo, a la voz del cabecilla, comenzó a gritar consignas, y viste cómo se dirigían hacía unos cuantos contenedores de basura, los colocaban a lo ancho de la calzada, y en unos segundos ardían en bárbaras llamaradas que escupían una humareda asombrosa y negra.
Tú estabas inmovilizado por el pánico. Oías cómo los demás te insultaban, y viste a Mikel acercarse a ti para gritarte cagón de mierda y lanzarte un empellón que dio contigo en el suelo.
Desde allí, entre voces, humo y un aire tóxico que asfixiaba, pudiste ver cómo detenían un autobús, y tras bajar a conductor y pasajeros, lo convertían asimismo en hoguera humeante. Entre el terrible caos, los aullidos, las sirenas, pudiste sentir cómo te pisaban y pateaban al huir.

Cuando te pusieron las esposas y cerraron las puertas del furgón policial sabías muy bien que aquello no era cosa del destino.
Y que tenías que darte muchas explicaciones.

11 comentarios:

Verónica dijo...

Todavía no he comido asi que el zarpazo en el estómago ha sido duro.

Realista dónde los haya tu relato.

"Habíais hablado muchas veces de ello, las mismas que habíais dejado de hablar después" ....

Imposible pararlo, creo. Queda la utopia, o, tal vez, ya, ni eso.

Zayi Hernández dijo...

excelente relato!!! tiene el dramatismo de lo real...de lo que "ni modo, hay que vivirlo"... me gustó mucho.
Besitos.
(no estoy de vacaciones, estoy solucionando pendientes... pero hoy me he tomado el día para mi)

Unknown dijo...

...sabías que aquello no era cosa del destino.
Y que tenías que darte muchas explicaciones.
Cuanta razón.
Besos
Reme Ballesteros

josé rasero dijo...

La esperanza es lo último... Verónica

Muy bien hecho, Zayi!!

josé rasero dijo...

BESOSPATIREME!!!

Anónimo dijo...

Que bien redactado, me encantó. Gracias por pasarte fielmente por mi blog, leere algunas entradas más. Mi madre, Belkis, te manda saludos y dice que se pasará uno de estos días (está en relax total).
Besitosss!!!!

josé rasero dijo...

Hola Mary, un beso, y saludos para tu madre!

Carlo Zola dijo...

Muy bueno, amigo.
He visto la relación con el mío ¿eh?
Stop, recapacitemos.
Cachorros sin cerebro. Cachorros en acción.
Saludos.

josé rasero dijo...

Inspirado en el tuyo, Carlo
Un abrazo!

Cris dijo...

Ojalá algún día Donosti sea el sitio que merece ser...

Besos!

josé rasero dijo...

Sí Cris, porque es una ciudad preciosa