Le insinué esa tarde
tras el humo de mis silencios.
-Te echaré en falta.
La taza permaneció intacta,
aún caliente.
La música olvidada.
Tras el balcón el pálpito atardecido de la ciudad
comprimía nuestros vientos.
Los hacía sosiego.
Las palabras simulaban no encontrarse,
resbalaban,
daban vueltas,
saludaban con cortesía
o soltaban bromas alteradas.
La taza se elevó a sus labios,
y fue posada.
-Siempre tendrás algo de mí.
Lo leí en sus ojos abiertos y perdidos.
Y silbé la melodía que aún sonaba,
casi ausente,
en el tiempo.
Al marchar,
pude observar una sonrisa,
oculta entre los posos.
4 comentarios:
Que bonitoooo, esos momentos perduran siempre ;)
Besitossssssssssss
El lenguaje de los sentimientos revela lo que silencia las palabras.
Buen poema!!
Me encanta, está muy chulo, hay personas a las que nunca se podrán olvidar, me encanta como lo expresas.
Muchos besitos!!!
zenquius veri mach a las tres. Kisses!
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