martes, 21 de abril de 2009

El boleto (III)

En la Sala de Profesores se dispuso nerviosamente a encender un cigarrillo, pero un dedo inquisidor y una sonrisilla beatífica le hicieron recordar la prohibición y desistir. Sentado en la misma esquina en la que una hora antes, observó al resto del profesorado intentando descubrir en ellos la misma desazón que a él le concomía. Pero no. Los demás aparentaban una normalidad aterradora.
Se preguntó entonces si no serían todos aquellos funcionarios e interinos de la enseñanza un género de replicantes y él el único humanos, dios, ¿qué pretenderían hacer con él? O más bien , ¿no pertenecerían a alguna especie de secta? En tal caso él sería un iniciado.
Mientras Benigno se dejaba llevar por estos sibilinos pensamientos alguien se acercó y le habló.
-Ahora le toca misa.
Benigno sonrió, despreocupado.
-No, mire, yo soy profesor de Educación.
El otro hombre sonrió también, no despreocupado, sino, más bien, con cierto grado de malicia.
-Aun así, le toca misa. ¿No ha mirado su horario?
-Claro, claro... -susurró, rebuscando nervioso entre sus papeles.
-Lunes: 3º B, primera hora, EPC, segunda hora, Tutoría. Tampoco es tan complicado, ¿verdad señor Parra? Es abajo, en la iglesia. Por cierto, ¿le ha ido bien con Educación?
-Sí, sí, bien, correcto, sin problemas.
-Ya. ¿Sabe?, el viernes abandonó su clase quince minutos antes de sonar el timbre. Procure que no vuelva a suceder, Señor Parra.
Más adelante sabría Benigno que aquel que así le había hablado era su Jefe de Estudios. Y, efectivamente, a esa hora tenía misa.
Por suerte no la tuvo que impartir él, cosa que casi había dado por cierta mientras bajaba las escaleras, tal se estaban poniendo las cosas.
En la iglesia, el viejo anciano en blanco y negro de la voz contundente, el director, transfigurado en sacerdote, se hallaba en el altar, con los brazos abiertos.
-...Atended hijos míos, a lo que os enseña mi sabiduría, e inclinad vuestros oídos a los documentos de mi prudencia...
Benigno, prudente, se ubicó en uno de los bancos más alejados del púlpito. Delante se hallaba toda la turba de Tercero B, tan calladitos ahora, se admiró. En su mismo banco, algo más cerca del pasillo, otro profesor, con quien había intercambiado algunos pareceres el pasado viernes. Le había caído bien. Pensó que era uno de los suyos. Un iniciado.
-...el impío será presa de sus mismas iniquidades y quedará enredado en los lazos de su pecado. Al fin él morirá infelizmente, porque deshechó la amonestación, y se hallará engañado por el exceso de su locura.
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2 comentarios:

Mar dijo...

Muy interesante, espero ansiosa la proxima entrega.

Besitossssssssss

Carmela dijo...

Se está poniendo interesante jaja, ¿qué pasará? tendré que esperar hasta que se publique la próxima entrega, que espero que sea pronto.
Muchos besitooss!!